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- 22 ene
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Trastorno del Desarrollo Intelectual: Evaluación e Intervención.

El Trastorno del Desarrollo Intelectual (TDI), anteriormente conocido como discapacidad intelectual o retraso mental, es una condición caracterizada por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa, afectando múltiples áreas de la vida cotidiana. Este trastorno tiene un impacto considerable en el desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y prácticas, siendo fundamental su correcta evaluación e intervención para mejorar la calidad de vida de quienes lo presentan.
¿Cuáles son las características del Trastorno del Desarrollo Intelectual?
El Trastorno del Desarrollo Intelectual se diagnostica en base a dos criterios principales:
Funcionamiento Intelectual: Esta dimensión abarca habilidades como el razonamiento, la planificación, la resolución de problemas, el pensamiento abstracto, el juicio, el aprendizaje académico y el aprendizaje a partir de la experiencia. Estas habilidades se evalúan generalmente a través de pruebas estandarizadas de cociente intelectual (CI), donde una puntuación significativamente por debajo del promedio (aproximadamente 70 o menos) puede indicar un TDI.
Conducta Adaptativa: Se refiere a cómo una persona maneja las demandas de la vida diaria y cómo se compara con otros de su misma edad y contexto cultural. La conducta adaptativa incluye tres dominios:
Conceptual: Habilidades relacionadas con el lenguaje, la lectura, la escritura, el razonamiento, el conocimiento y la memoria.
Social: Habilidades para la interacción social, la responsabilidad social, la autoestima, la capacidad para seguir reglas y evitar ser victimizado.
Práctico: Habilidades para el cuidado personal, las tareas del hogar, el uso del transporte, la seguridad y las ocupaciones laborales.
Clasificación del Trastorno del Desarrollo Intelectual
La clasificación del Trastorno del Desarrollo Intelectual (TDI) se basa principalmente en la gravedad de las limitaciones en el funcionamiento intelectual y adaptativo. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) de la American Psychiatric Association, los niveles de gravedad se dividen en cuatro categorías: leve, moderado, grave y profundo. Esta clasificación ayuda a determinar las necesidades de apoyo y los tipos de intervención más adecuados para cada individuo. Aquí te detallo cada categoría:
Leve
Características:
Cociente Intelectual (CI) aproximado: 50-55 a 70.
Puede desarrollar habilidades sociales y comunicativas adecuadas en la niñez.
En la edad adulta, puede adquirir competencias académicas de nivel elemental y tener un empleo que no requiera habilidades académicas complejas.
Necesita apoyo mínimo en la vida diaria y puede vivir de manera independiente con cierta supervisión.
Ejemplos de Necesidades de Apoyo:
Programas educativos adaptados.
Apoyo ocasional para la resolución de problemas y toma de decisiones complejas.
Moderado
Características:
CI aproximado: 35-40 a 50-55.
Desarrollo lento de habilidades comunicativas y sociales en la niñez.
Puede aprender habilidades académicas básicas y de cuidado personal.
Necesita un apoyo considerable en la vida diaria, pero puede realizar trabajos simples y vivir en comunidad con supervisión.
Ejemplos de Necesidades de Apoyo:
Educación especial intensiva.
Entrenamiento en habilidades prácticas y sociales.
Grave
Características:
CI aproximado: 20-25 a 35-40.
Habilidades comunicativas muy limitadas y dependencia significativa en la niñez y en la vida adulta.
Necesita apoyo constante en todas las áreas de la vida diaria y no puede vivir independientemente.
Ejemplos de Necesidades de Apoyo:
Cuidados diarios y supervisión constante.
Intervenciones terapéuticas especializadas.
Profundo
Características:
CI inferior a 20-25.
Habilidades de comunicación y movilidad extremadamente limitadas.
Requiere cuidados y apoyo intensivos para todas las actividades de la vida diaria.
Ejemplos de Necesidades de Apoyo:
Asistencia continua para el cuidado personal.
Programas terapéuticos intensivos para mejorar la calidad de vida.
Evaluación del Trastorno del Desarrollo Intelectual
La evaluación del TDI debe ser exhaustiva y multidimensional, considerando tanto el funcionamiento intelectual como la conducta adaptativa. Algunos de los principales métodos y herramientas de evaluación incluyen:
Pruebas Psicométricas: Instrumentos como la Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños (WISC-V), la Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos (WAIS-IV) y la Escala Wechsler de Inteligencia para Preescolar y Primaria (WPPSI-IV)
Evaluación de la Conducta Adaptativa: Herramientas como el Sistema de Evaluación de la Conducta Adaptativa (ABAS-2) y Sistema de evaluación de la conducta de niños y adolescentes (BASC-3) son fundamentales para evaluar cómo la persona se maneja en su entorno diario.
Evaluaciones Clínicas y Observacionales: Entrevistas estructuradas, observaciones directas y la revisión de historiales médicos y educativos proporcionan información contextual valiosa.
Evaluación Multidisciplinaria: Involucrar a un equipo de profesionales, incluidos psicólogos, médicos, trabajadores sociales y educadores, asegura una evaluación integral que cubra todos los aspectos del desarrollo y el bienestar del individuo.
Intervención en el Trastorno del Desarrollo Intelectual
La intervención en el TDI debe ser personalizada, teniendo en cuenta las necesidades y capacidades únicas de cada individuo. Algunos enfoques y estrategias efectivas incluyen:
Intervenciones Educativas: Programas de educación especial diseñados para desarrollar habilidades académicas y adaptativas. El uso de técnicas como el Análisis Conductual Aplicado (ABA) y la enseñanza estructurada puede ser muy beneficioso.
Terapia del Lenguaje y la Comunicación: Intervenciones dirigidas a mejorar las habilidades de comunicación, esenciales para la interacción social y la integración educativa y laboral.
Terapia Ocupacional: Orientada a mejorar las habilidades de la vida diaria y la independencia en actividades cotidianas.
Intervenciones Psicosociales: Programas que promueven habilidades sociales, manejo de la conducta y estrategias de afrontamiento, facilitando una mejor adaptación social.
Apoyo Familiar: Proporcionar a las familias educación, recursos y apoyo emocional para enfrentar los desafíos asociados con el TDI.
Medicación: En algunos casos, se pueden utilizar medicamentos para manejar síntomas co-ocurrentes como trastornos del sueño, ansiedad o agresividad.
Conclusión
El Trastorno del Desarrollo Intelectual es una condición compleja que requiere una evaluación e intervención multidimensional y personalizada. Los profesionales de la salud mental juegan un papel crucial en la identificación, evaluación y apoyo a las personas con TDI y sus familias. A través de intervenciones adecuadas y un enfoque centrado en el individuo, es posible mejorar significativamente la calidad de vida y el desarrollo de habilidades de quienes viven con este trastorno.
Bibliografía
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.).
Schalock, R. L., et al. (2010). Intellectual Disability: Definition, Classification, and Systems of Supports (11th ed.). AAIDD.
Wechsler, D. (2014). Wechsler Intelligence Scale for Children – Fifth Edition (WISC-V). Pearson.
Sparrow, S. S., Cicchetti, D. V., & Saulnier, C. A. (2016). Vineland Adaptive Behavior Scales, Third Edition (Vineland-3). Pearson.
Harrison, P. L., & Oakland, T. (2015). Adaptive Behavior Assessment System, Third Edition (ABAS-3). Western Psychological Services.






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